Después de largos años de
avances, retrocesos y crisis, los hombres y mujeres izquierdistas del Perú del
campo y la ciudad, haciendo eco del clamor de los millones de trabajadores esclavizados
por el CAS, de las cervices por parte de las empresas transnacionales, de campesinos que ven
como a diario son rematados sus tierras ante la imposibilidad de pagar sus
deudas a los banqueros usureros protegidos por el sistema capitalista y por el
gobernante de turno.
Los peruanos cansados de la
corrupción propiciado por la derecha que ha gobernado el país, del saqueo del erario
público, de nuestras riquezas, de la impunidad, de los narcoindultos de Alan
García, del uso del Congreso de la República para hacer campaña para proteger a
los mafiosos fujimoristas y de dar leyes para favorecer a los empresarios
corruptos, de convertir al poder judicial y a la fiscalía como lavandería de
los que saltaron el Perú. Ante lo viejo, nace lo nuevo, ante la podredumbre, surge
la izquierda, organización que nunca se vendió a la corrupción, organización
integrada por líderes trabajadores, intelectuales, jóvenes, mujeres, dirigentes
vecinales, artistas y políticos decentes que han aprendido la dolorosa y
aleccionadora experiencia de la izquierda. Cerramos un capítulo. Ante el
dogmatismo, la razón, la verdad, flexibilidad, tolerancia y respeto mutuo. Ante
el caudillismo, dirección colectiva, plural elegido por el voto del militante.
Ante la angurria electoral organización para transformar el país.
En este momento histórico de
nueva época, de nuevos ideales, no hay tarea más urgente para la izquierda que
construir la unidad mediante un programa político, reconociendo nuestras
diferencias, pero fundamentalmente nos une objetivos comunes, es decir la
búsqueda de un estado democrático, soberano, eficiente y descentralizado,
recuperando su rol dirigente y planificador del desarrollo integral, la inclusión,
el respeto a los derechos humanos, la paz y seguridad ciudadana, democracia
directa y participativa, industrialización, educación, salud gratuita y de
calidad, desarrollo integral y justicia social.
En ese sentido, la izquierda no
confundimos propuesta electoral necesariamente coyuntural, con una proyección
transformadora de la sociedad de más largo aliento.
El acceso a espacios parlamentarios,
gobiernos locales o incluso gobierno nacional no debe ser un fin en sí mismo, sino
un instrumento para concretar los cambios que nuestros pueblos exigen.
La unidad de la izquierda y el movimiento
social es una garantía para contribuir a la consolidación de la plena
integración de la región, para el control soberano de nuestros recursos
naturales, para avanzar hacia el desarrollo
en beneficio de las mayorías.
El camino no será fácil, pero estamos decididos a
trascender, a servir a los demás como práctica y método de decencia política,
ligando la teoría con la práctica concreta, por ello respaldamos la Jornada Nacional
de Lucha del 4 de julio haciendo realidad los sueños de Mariátegui, los sueños
de nuestros mártires. “Construir un Perú nuevo en un mundo nuevo”.
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