lunes, 21 de octubre de 2013

Lo que está en juego y las izquierdas

Alberto Adrianzén M.
Alberto Adrianzén M.
DisonanciasParlamentario Andino





Lo que está en juego y las izquierdas Dicho de otra manera, lo que está en juego es si las izquierdas se convierten en una fuerza política importante o terminamos como una tendencia marginal; una suerte, como alguna vez dijo José Joaquín Brunner, de “reserva cultural” de grupos sociales e individuos que son presentados como “restos arqueológicos” o “folklóricos” de un pasado superado.

Dicho de otra manera, lo que está en juego es si las izquierdas se convierten en una fuerza política importante o terminamos como una tendencia marginal; una suerte, como alguna vez dijo José Joaquín Brunner, de “reserva cultural” de grupos sociales e individuos que son presentados como “restos arqueológicos” o “folklóricos” de un pasado superado.

En realidad, el neoliberalismo en el país busca culminar el gran ciclo político que se inicia con las reformas de la década de los setentas y que plantea, cuando menos, cinco temas fundamentales: a) la inclusión de vastos sectores sociales atrapados y dominados en relaciones premodernas; b) la naturaleza y rol del Estado en una sociedad de desiguales; c) nuestros vínculos con el sistema y mercado mundiales; d) la construcción de una democracia postoligárquica que tiene como tareas principales, hasta ahora, la inclusión y la participación; y, e) un modelo de desarrollo nacional que reduzca radicalmente las desigualdades. 

Wiener tiene razón cuando señala que la derrota del fujimorismo y el gobierno de transición de Valentín Paniagua fue una subfase de un ciclo mayor. Hoy podríamos estar frente al desenlace de este ciclo mayor.

En esta perspectiva, el fujimorismo debe ser entendido como una contrarrevolución y el primer intento, bajo un sistema autoritario, de construir una representación política de las elites dominantes y de revertir, al mismo tiempo, las reformas de los años setenta. 

La Constitución de 1993 no es otra cosa, en este contexto, que lo opuesto a la Constitución de 1979, es decir el pacto político y económico entre estas elites y un gobierno cuyo representante, Alberto Fujimori, no fue en un inicio de su total y absoluta confianza.

Desde 1980, año del retorno a la democracia, a la fecha, estos problemas han estado pendientes y generando un movimiento pendular entre las esperanzas de cambio y las grandes frustraciones. Eso fue, creo, el fujimorismo que derrotó a Mario Vargas Llosa, y también, en cierta manera Alejandro Toledo, y finalmente, el propio Ollanta Humala con su promesa incumplida de la Gran Transformación del país.

Por eso lo que está en juego, además del futuro de las izquierdas y lo que podríamos llamar un pensamiento crítico, es la construcción de un nuevo consenso nacional que no toma en cuenta a las izquierdas (más allá que los neoliberales reclamen la necesidad de una “izquierda moderna”), de una democracia escasamente pluralista, y de un orden social que disuelve los conflictos y contradicciones utilizando un discurso que sobrevalora a las llamadas “nuevas clases medias” y que esconde, lo que Krugman califica, pensando en EEUU, una “guerra de clases” que busca la “defensa del derecho de los privilegiados a mantener y a aumentar sus privilegios”, es decir, a mantener el “Antiguo Régimen”. 

El periodista y escritor inglés, Owen Jones, autor del libro Chavs: La Demonización de la Clase Obrera, afirma que uno los atributos del thatcherismo en Inglaterra no solo fue derrotar a la clase obrera y la pérdida de identidad política y social del mundo del trabajo sino también que los grandes problemas sociales sean vistos como errores individuales. Jones señala que su libro busca “desmontar los mitos (asentados en más de tres lustros de bonanza económica) de que ‘ahora todos somos de clase media’, que la división de clases es anticuada y que la creciente desigualdad es producto de los fallos del individuo”. Esta perspectiva es una posibilidad. La otra es el cambio pero ello requiere una “gran transformación” de las izquierdas y del pensamiento progresista, y del país.

(*) Parlamentario Andino

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